Comer algo dulce es, para muchas personas, uno de los mayores placeres de la vida. Pero también somos conscientes que desayunar un bollo, tomar galletas o alimentos procesados de manera habitual no es saludable. ¿Y este consumo en personas mayores? Un estudio científico publicado en la revista The American Journal of Clinical Nutrition, en el que ha colaborado el investigador de la Fundación Agencia Aragonesa para la Investigación y Desarrollo (Araid) del Instituto de Investigación Sanitaria Aragón, Martín Laclaustra, asegura que los mayores que más azúcar consumen tienen mayor riesgo de fragilidad.

Llevamos muchos meses sin poder abrazarnos tanto como nos gustaría. Pero dejemos esto a un lado. A nuestra sociedad le gustan los abrazos. Es una muestra de afecto habitual de los padres y abuelos con los niños y los amigos en la juventud. Pero ¿qué pasa cuando nos hacemos mayores? También precisamos ese contacto y afecto puesto que en ese momento es habitual sentirse solo, enfermo o asustado.

Cuando cumplimos años hay cambios anatómicos, funcionales, psicológicos y sociales que condicionan que los mecanismos de continencia tengan una menor efectividad. De hecho, se estima que entre un 25 % y un 45 % de la población mayor sufre algún tipo de problema de este tipo. A esto hay que sumarle que no suele ser diagnosticado ni tratado, porque ni los médicos suelen consultarlo en las revisiones normales ni los pacientes lo comentan, muchas veces por vergüenza. Pero no podemos considerar esto como normal en el envejecimiento.

No tenemos ninguna duda que una de las bases de la buena calidad de vida de los usuarios de nuestro Centro de Día es la correcta alimentación, tal y como ya os hemos contado en el blog. Es por esto que cada mes los responsables del centro, junto con la cocinera y los expertos en nutrición nos reunimos para poder ofrecer a los usuarios un menú equilibrado basado en productos de temporada y kilómetro cero. 

Hace apenas 12 meses palabras como Coronavirus, confinamiento, desescalada o ARN ni siquiera estaban incluidas en el diccionario (o al menos, con el significado que ahora les damos). Hoy, son habituales en nuestras conversaciones. Y es que este año 2020 nos ha marcado a todos los niveles, ocasionando cambios significativos en las rutinas y en todo los aspectos de nuestra vida. Cuando el año estaba a punto de comenzar, ni siquiera se nos pasaba por la mente todo lo que hemos vivido en este tiempo.

Este ha sido un año complicado, podríamos decir que el año de la incertidumbre. Un año en el que hemos tenido que aprender muchas cosas desde cero y en el que hemos puesto en valor a las personas mayores y sus necesidades. Tras estos meses en Sonraíz queremos desearte muy Felices Fiestas y que en el año que está por llegar se cumplan todos tus deseos.

Las emociones básicas, es decir, alegría, tristeza, ira y miedo, tienen diversas manifestaciones. La tristeza se relaciona con la amargura, la aflicción o la pena. Por su parte, la ira está relacionada con el furor o la cólera. El miedo con el pánico o la incertidumbre. Y la alegría la relacionamos con diversión, deleite, dicha o satisfacción. ¿Cómo conseguimos esa emoción? Es un conjunto de varios ingredientes que deben mezclarse de manera adecuada.

Si eres lector habitual de este blog, o si conoces nuestra filosofía sabrás que en las bases de la misma están los derechos de las personas mayores y que puedan seguir disfrutando de la mejor calidad de vida. La gerontología integrativa aboga también por esto, recurriendo a todos los recursos válidos al alcance de los mayores y de los profesionales que desarrollan su carrera profesional en disciplinas y especialidades afines a la atención de los mismos.