En algunos de los anteriores posts hemos hablado sobre cómo influyen los hábitos en la aparición de las demencias.
Los hábitos que componen nuestro estilo de vida, están relacionados con la actividad física que realizamos, los alimentos que comemos o el tiempo que dedicamos al descanso. La alimentación en concreto, es un aspecto fundamental para llevar un estilo de vida saludable, ya que de ella dependen los nutrientes que aportamos a nuestro organismo, y en consecuencia su funcionamiento.
Se ha visto en numerosos estudios que los tipos de alimentos que consumimos (su procedencia, la cantidad y el tipo de grasas o azúcares, etc.) están directamente relacionados con el desarrollo de patologías, como la diabetes, la obesidad, o las enfermedades cardiovasculares. Estas últimas son un factor de riesgo importante de algunos tipos de deterioro cognitivo. Cuidando la alimentación prevenimos la aparición de estas enfermedades, reduciendo la posibilidad de que aparezcan las demencias.
Estudios realizados en pacientes con demencia han demostrado déficits importantes de ciertas vitaminas y proteínas, como pueden ser los betacarotenos, el omega 3, el ácido-fólico, la vitamina B12, E y C, entre otras. Estos pacientes parecen alterar su dieta tras el comienzo del deterioro, empeorando considerablemente la calidad de los alimentos que consumen. Se ha visto que la dieta equilibrada ayuda a prevenir la aparición de las demencias al igual que otras patologías como las cardiovasculares, y ayuda a compensar las carencias de estos nutrientes.
Una dieta como la mediterránea, que contenga abundantes vegetales, legumbres, frutos secos, fruta, cereales, pescado y aceite de oliva, aporta todos los nutrientes necesarios para el correcto funcionamiento del organismo y la prevención de las enfermedades.
Conocemos la importancia de una alimentación variada con productos frescos, y por ello en nuestro Centro de Día, elaboramos un menú mensual y cocinamos los platos cada día.
Desde Sonraíz lanzamos unas recomendaciones para cuidar la dieta:
- Consumir diariamente fruta y verdura, ya que son alimentos ricos en vitaminas y algunas proteínas como el caroteno o el licopeno (proteínas que le dan el color a alimentos como la zanahoria o el tomate).
- Limitar el consumo de productos procesados, ya que suelen contener grasas trans y saturadas, y suelen ser altos en sales y azúcares.
- Añadir a la dieta alimentos con fibra, como pueden ser los cereales, las frutas, y las legumbres, entre otras.
- Reducir el consumo de carnes rojas y embutidos.
- Aumentar el consumo de ácido omega 3, bueno para la regulación de procesos inflamatorios, presente en el pescado blanco.
- Los frutos secos también se recomiendan debido a su contenido de vitaminas como la E.