Con una alta incidencia en nuestros días, esta enfermedad afecta al sistema nervioso de tal manera que al paciente se le merman las capacidades de coordinar la actividad, el tono muscular y los movimientos. Nuestra psicogerontóloga Leticia González nos habla sobre sus características.
En 1817 James Parkinson, médico británico, describe la forma de “parálisis agitada” que hoy conocemos como Enfermedad de Parkinson (EP). Se trata de una condición neurodegenerativa que se caracteriza clínicamente por la presencia de síntomas motores:
- Rigidez
- Temblor de reposo
- Bradicinesia (lentitud en el movimiento)
- Inestabilidad postural
- Marcha festinante (acelerada o apresurada)
Pero también por la presencia de síntomas cognitivos, caracterizados por un perfil predominantemente frontal. Esto quiere decir que las personas con EP no padecerán tantas alteraciones de memoria, sino disejecutivas. Este síndrome disejecutivo consiste en dificultades para:
- Mantener la atención
- Iniciar y mantener planes de acción
- Planificar (que a veces también afecta a las estrategias de recuperación en memoria)
- Cambiar de una tarea a otra (disminución de la flexibilidad cognitiva y realización de conductas perseverantes)
- Mantener el control inhibitorio de la conducta
- Resolver problemas
A medida que la enfermedad avanza estas alteraciones se acentúan, llegando a calificarse de demencia en EP. Además pueden aparecer otras como:
- Alteraciones visuoespaciales
- Menor fluidez verbal
- Micrografía
- Habla lenta e hipofónica (reducción del volumen de la voz)
- Dificultades en la denominación (fenómeno “punta de la lengua”)
- Problemas de memoria debidos generalmente a la recuperación de la información, no a su codificación y almacenaje.