Son muchos los abuelos que dicen eso de “mi nieto me dio la vida”. Y no es una frase hecha, porque detrás de esto hay estudios que afirman que, efectivamente, la relación entre niños y adultos mayores es satisfactoria y beneficiosa por ambas partes. Los abuelos, por lo general, tienen más paciencia y tiempo que los padres, y pueden compartir juegos con los niños y hablarles sobre sus experiencias. Los niños, por su parte, obligan a los mayores a estar más activos y a seguir aprendiendo.